domingo, 27 de octubre de 2013

Premios 2013 a la Eficacia en Comunicación Comercial: Storytelling por un tubo.

El pasado jueves, 24 de octubre, se entregaron los premios a la Eficacia 2013, en una gala organizada por la Asociación Española de Anunciantes. Se celebraba el 15º aniversario de estos premios.



Hay muchos premios publicitarios, pero éste es uno de los pocos que se entrega en base a criterios comerciales y medibles: incremento de las ventas, del conocimiento de marca, engagement rate..., etc. Es decir, son unos premios que pasan del trilirili y se centran descaradamente en el tralarala: ahí donde las papas queman.

Que de los cinco premios de oro entregados, dos de ellos, incluyendo el Gran Premio a la Eficacia se basasen en el storytelling publicitario puede ser casualidad. Que el Gran Premio repitiese anunciante, Campofrío, con respecto a los galardones de 2012, y también con una campaña basada en el storytelling, por lo menos da que pensar. Que la agencia involucrada en los dos oros de este año, así como en el del año pasado sea McCann parece cosa que brujas. Y que encima la misma agencia repita premio como mejor agencia creativa, años 2012 y 2013, debería convencer hasta a los más escépticos de una verdad que salta a la vista: el storytelling publicitario es eficaz y vende.

Vamos a repasar los premios de este año. En primer lugar, Campofrío, por su campaña El curriculum de todos, que ya reprodujimos en un post anterior, pero que merece la pena volver a incluir. 

Señores y señoras, con ustedes el Gran Premio a la Eficacia en Comunicación Comercial 2013:




Otro de los oros que ha conseguido McCann ha sido por su campaña para CocaCola Company: A tomar Fanta. Los héroes bebedores de Fanta, enfrentándose a los malos que les quieren chafar la fiesta.




Otro oro se lo llevó Nenuco de Reckitt Benckiser por "Amores que huelen a Nenuco". Un spot efectivo, pero más convencional.

El cuarto fue para GolTV por "Baby Gol y el Día del Padre". Un sabia mezcla de pasiones futboleras con marketing promocional, con versiones para madridistas y culés. Todo ello, con un presupuesto de risa.

Y el quinto y último se lo llevó una campaña de Durex, también de Reckitt Benckiser: "El Barco del Amor", muy enfocada en Redes Sociales.

¡Enhorabuena a los premiados! Seguiremos informando.

Hasta pronto.

miércoles, 23 de octubre de 2013

Storytelling en la antigua Grecia.

De todos es sabido que Grecia fue la cuna de nuestra civilización: la civilización occidental. 

A los griegos les debemos muchas cosas, no en vano fueron los inventores de la democracia, del teatro y, en época más reciente, de los rescates.

¿Quién no conoce a Homero, Sócrates, Pitágoras, Aristoteles o Hipócrates? ¿Quién no ha visto películas en las que aparezcan grandes héroes griegos como Ulises, Aquiles o Heracles?



Son muchos los prohombres griegos que han pasado a la Historia. A la Historia con mayúsculas.

Sin embargo, hoy vamos a hablar de otros personajes menos conocidos, en ocasiones anónimos. Hombres y mujeres que allanaron el camino para que otros terminasen llevándose la gloria y perpetuando sus nombres en los libros de la ESO que sufren nuestros hijos. En otras palabras, héroes de segunda fila que merecen ser reivindicados por su gran contribución al avance de la humanidad: los storytellers o cuentacuentos.

En primer lugar, vamos a recordar a Sinón

Sinón participó en el asedio de Troya. Durante los nueve largos años que duró el asunto, estuvo trajinando por el campamento de los sitiadores, vendiéndoles prácticamente de todo: desde pinzas para la ropa hasta yogur, cualquier cosa que necesitasen los griegos para sentirse como en casa.

Se dice de él que era un gran storyteller y que muchas de las cosas que vendía, en realidad, no valían para nada pero, a cambio, contaba historias que eran muy del agrado de la aburrida soldadesca. 

Un buen día, Sinón se enteró de que los griegos, hartos ya de estar hartos de tanto sitiar, se volvían para casa. Como buen comerciante, decidió liquidar a toda prisa su stock, a mitad de precio. Para su desgracia, entre aquellas mercancías se encontraba una partida de yogures pasados de fecha. 

La retirada de los griegos tuvo que posponerse unos días, a causa de un overbooking pertinaz en la zona de las letrinas. Cuando los jefes griegos preguntaron por el motivo, muchos dedos señalaron a Sinón como causante del desaguisado. 

El pobre comerciante fue prendido y, cuando ya estaba encomendando su alma a los dioses, se dice que fue el propio Ulises el que le ofreció la posibilidad de salvarse, a cambio de un pequeño servicio.

Desde hacía tiempo, a Ulises le venía rondando por la cabeza la idea del famoso caballo. No se había decidido a ponerla en práctica porque no se fiaba de lo que harían los troyanos cuando se encontrasen con el colosal muñeco. Lo mismo les daba por liarse a hachazos o prenderle fuego, lo cual resultaba bastante preocupante para los que irían dentro.



Si había alguien capaz de convencer a los troyanos de que en el caballo no había gato encerrado, aquél era Sinón. Así es que le dieron a elegir entre una sesión de buceo libre en las letrinas o hacer uso de sus dotes persuasivas para engañar a los sitiados. Tras un buen rato pensándoselo, y ya sin comodines, Sinón se decidió por la segunda opción.

Tal y como estaba previsto, una vez que los griegos se hubieron retirado, los troyanos hicieron una salida y se encontraron con el caballo de marras. Por supuesto, desconfiaron y, cuando ya estaban arrimando una cerilla a la panza del equino, con lo que nos hubieran privado a todos de las obras de J.J. Benítez, apareció por allí el bueno de Sinón.

El rollo que les metió para que se quedasen con el caballo podéis encontrarlo en el Libro II de la Eneida. Bien es verdad que yo lo hubiera contado de otra manera, pero vamos a respetar la versión de Virgilio.

Sea como fuere, aquello terminó como todos conocemos y fue el origen de algunas expresiones que han llegado hasta nuestros días como "vender el caballo" o, de manera más vulgar, "vender la burra".

El segundo caso de storyteller griego es aún menos conocido que el de Sinón.
Me estoy refiriendo a Calasparres, un avispado buscavidas que se movía de ciudad en ciudad griega, coincidiendo con la celebración de los festivales. 

Calasparres se había percatado de uno de los males endémicos que aquejaban a los helenos y para el cual no habían encontrado aún la solución. Cualquiera que observe, en un museo hoy en día, las magníficas estatuas o variada cerámica que nos ha llegado de aquella época, descubrirá fácilmente lo mismo que Calasparres: ¡Los griegos la tenían pequeña! 



Lo cierto es que aquello le vino muy bien a nuestro storyteller. Se le ocurrió preparar una mezcla con una parte de grasa de toro, dos partes de harina de arroz y una pizca de guindilla. Envasó el ungüento en pequeñas tarrinas de arcilla y se puso a venderlas, a voz en grito, por las ferias: "¡Si quieres tenerla más grande, ponte crema de Calasparres en el glande!". 

Pese a la contundencia de value proposition, las ventas de tarrinas no iban todo lo bien que cabría esperar. Pero Calasparres, lejos de desanimarse, decidió cambiar de táctica. Montó un tinglado en mitad de la feria y allí se subió él, acompañado de dos mujeres de generosas curvas. Comenzó a proclamar a los cuatro vientos las virtudes de su crema y para demostrarlo, solicitó el testimonio de las mujeres.

Éstas, con el pretexto no querer ser reconocidas, ocultaban sus rostros con sendas máscaras de cerámica que los tapaban completamente. La mujer que intervino en primer lugar se quejó amargamente de que su marido no la satisfacía en el lecho. Para subrayar sus palabras, la máscara que llevaba era la viva imagen de la tristeza. A continuación, su compañera, con una máscara sonriente y feliz, aseguró a los presentes que, si bien su marido tampoco se ponía la crema de Calasparres, el vecino de al lado ya había utilizado dos tarrinas y bueno... Ya os podéis imaginar los detalles.



El éxito fue tan grande que se agotaron las existencias en unos minutos. 

Y lo mismo sucedió en las siguientes ciudades que visitó Calasparres. Tanto fue así que, al poco tiempo, en las representaciones del incipiente teatro griego, los actores comenzaron a copiar el truco de las máscaras para dar fuerza y expresividad a sus personajes.

Al cabo de unos pocos meses los mismos que tardó en volver a la primera ciudad y ser corrido a pedradas por los incautos compradores, Calasparres decidió retirarse con las ganancias. Cogió un barco y vino a establecerse a la península ibérica, donde se dedicó al cultivo del arroz.

Muchos años más tarde, algunos de los descendientes de Calasparres decidieron recuperar el antiguo negocio de su antepasado y, aprovechando las posibilidades que ofrece Internet, se dedican, en la actualidad, a inundarme de emails el buzón de entrada.

Y eso es todo por ahora. Próximamente revisaremos otros periodos de la Historia y veremos la gran influencia que han tenido en ella nuestros queridos storytellers.   

Hasta pronto.





miércoles, 16 de octubre de 2013

Polaroid: el Apple de los 70´s (y II)


La familia Land había ido a pasar unas cortas vacaciones a Santa Fe, Nuevo México. Una tarde, Edwin y su hija Jennifer salieron a dar un paseo por la ciudad. Edwin llevaba consigo una cámara Rolleiflex y se divirtieron tomando fotografías a todo lo que les llamaba la atención: un burro repartiendo leña, la catedral, vendedores ambulantes y, por supuesto, la pequeña era la protagonista de un buen número de tomas. 

Al regresar a casa, ya anochecido, y cuando se disponían a tomar una taza de té, Jennifer le sorprendió con una inocente pregunta: “Papi, ¿por qué no podemos ver las fotos ahora mismo?” 

Edwin no respondió. Mandó a Jennifer a buscar a su madre, se echó el té por la espalda y salió de nuevo a pasear por las calles.

Al cabo de una hora, había dibujado en su mente el sistema de cámara y la química de la fotografía instantánea. Esa misma cámara virtual que muchos años más tarde pondría sobre la mesa, al lado del Macintosh de Steve Jobs.

El 27 de febrero de 1947 el sistema de fotografía instantánea es presentado en una sesión de la Sociedad Óptica Americana. La demostración produce un gran revuelo y la noticia salta a la portada de los periódicos. Sin embargo, no es lo mismo presentar un prototipo en una reunión científica que pasar a la fase de comercialización del producto.


La caída de las ventas de filtros polarizadores tras la Guerra y los recursos empleados en desarrollar el sistema instantáneo habían dejado a la compañía al borde de la extenuación. Ahora, había que diseñar una cámara para el consumidor de a pie y fabricarla, junto con la película. Y había que hacerlo rápido o Polaroid no sobreviviría al intento.

La Samson United, una empresa de Rochester, fue la encargada de fabricar la cámara. La Eastman Kodak suministró el negativo y la película fue montada en la propia Polaroid. El primer pedido de cámaras cursado a la Samson United fue por sesenta unidades. Pueden parecer pocas, pero es que no había dinero para más. Tampoco quedaba tiempo para comprobar si todos los componentes funcionaban correctamente y con un suficiente grado de fiabilidad. El lanzamiento estaba programado para el día 26 de noviembre de 1948 en Jordan Marsh, unos grandes almacenes de Boston

El día anterior, Edwin Land mantuvo una conversación con Bill McCune, uno de sus colaboradores más cercanos.

—¿Cuántas cámaras tendremos finalmente? —preguntó Land.

—Cincuenta y seis. Ro Messina las traerá esta noche, no habrá tiempo de probarlas. He dado instrucciones para que todas las que no se vendan mañana sean traídas de vuelta, para una comprobación.

—Es posible que las necesiten todas.

—Bueno… —dudó McCune—. La Navidad está cerca y pueden venderse bien.

—¿Cuántas cámaras piensas que podremos vender el año que viene?

—Es pronto para decirlo. Deberemos esperar a las primeras reacciones del público para hacer una estimación. ¿Cuántas piensas tú?

Edwin Land se tomó unos segundos antes de responder.

—Creo que podremos vender unas cincuenta mil.

McCune prefirió no decir nada. Lo primero que pensó es que no tenían empleados suficientes para fabricar película para tantas cámaras.

Al día siguiente la Polaroid Land Camera modelo 95 sale al mercado. Cuando los grandes almacenes Jordan Marsh abren sus puertas, dos dependientes se encargan de hacer las demostraciones a los clientes. El encargado del departamento de fotografía es optimista, piensa que podrán “deshacerse” de las cámaras durante la campaña de Navidad.

Antes de que finalizase el día, habían conseguido “deshacerse” de todas las cámaras, incluida la destinada a demostraciones. Y lo mismo podía decirse de la película. Los encargados de los departamentos cercanos al de fotografía se quejaban amargamente de no haber recibido apenas clientes. ¡Todo el mundo quería ver la magia instantánea! 



Edwin Land tenía razón y Polaroid se había salvado. Tuvieron que reclutar nuevo personal para satisfacer la demanda.

En las décadas siguientes, la compañía no paró de crecer. Nuevas cámaras y nuevas películas eran lanzadas al mercado con una regularidad aplastante. Y no sólo destinadas al consumidor, sino también con aplicaciones en medicina, identificación, seguridad y fotografía profesional. 

Los filtros polarizadores seguían siendo otro de los negocios de la compañía. En 1952 se estrena "Bwana Devil", el primer largometraje en 3D de la historia y que tenía que visionarse con gafas Polaroid. La fotografía que recoge el día del estreno está incluida entre las diez más "icónicas" de la revista LIFE



En 1963 apareció el primer sistema de cámara y película instantánea en color.

Pero Land seguía soñando. Todos los sistemas que había lanzado eran de los denominados peel apart, es decir, pasados 60 segundos después de la extracción manual de la película, debían separarse el negativo del positivo para obtener la foto terminada. No era realmente fotografía en un solo paso.

Comenzó un nuevo proyecto que, en realidad, no era tan nuevo. Cuando, en 1944, a la vuelta de las vacaciones de Navidad, había abierto un dossier para su idea de la fotografía instantánea, lo etiquetó como SX-70. Los proyectos anteriores, SX-68 y SX-69, tenían un destino militar. Cuando, a mediados de los 60´s comenzó en serio el desarrollo de la one step photography le dio el nombre de SX-70, que también terminaría siendo el nombre del producto final: la revolucionaria cámara y película SX-70. Aún hoy, la web está repleta de montajes digitales que utilizan el característico e inconfundible marco blanco de las fotos instantáneas SX-70

El que artistas como Andy Warhol las utilizaran profusamente ha contribuido a agrandar el mito.

Pero antes de que el sistema SX-70 saliese al mercado, en 1972, Land tuvo que enfrentarse a infinidad de problemas. Casi todos ellos tenían que ver con la alta tecnología necesaria para llevar a cabo el proyecto. Invirtió 2.000 MM$ de la época y Polaroid se situó, de nuevo, en el filo de la navaja. Si el proyecto no tenía éxito, significaría la ruina de la compañía. 

Como ya había ocurrido antes, Land triunfó. En este vídeo de gran calidad, podéis haceros una idea aproximada de la complejidad del sistema.




Gracias a la SX-70 , Edwin Land se convirtió en el hombre del momento, ocupando las portadas de las más prestigiosas revistas.



Sin embargo, no todo fueron éxitos en la carrera de Land. Además de los relativamente pequeños fracasos de sus proyectos para utilizar los filtros polarizadores en aplicaciones diversas, su gran metedura de pata llegó a finales de los 70´s con el sistema Polavision.

Básicamente, se trataba de un tomavistas, de apariencia similar a uno para película Super-8. La diferencia, ¿cómo no?, estaba en que Polavision podía revelarse inmediatamente después de ser filmado, sin necesidad de enviar la película al laboratorio. Eso sí, sólo podía visionarse en unos monitores especiales que completaban el sistema. En resumen: era engorroso y la calidad no muy buena.  

Polavision se lanzó en 1977, poco más de un cuarto de hora antes de que apareciesen los primeros sistemas de grabación de vídeo doméstico. El batacazo fue morrocotudo y el producto duró apenas dos años en el mercado. Las pérdidas fueron millonarias. Como consecuencia de ello, Edwin Land dimitió como presidente de Polaroid. En atención a los servicios prestados, le montaron un laboratorio particular, en el que pudiera dedicarse a experimentar con gaseosa. Hasta su muerte, en 1991.

Lo verdaderamente triste de esta historia es que, después de Land, Polaroid sólo se dedicó a ordeñar la vaca de la fotografía instantánea, sin presentar ni un solo avance o lanzar un nuevo producto revolucionario al mercado. La era digital terminó por darle la puntilla y presentó una declaración de bancarrota en 2001. A partir de ese momento, se fueron liquidando los activos, los derechos de la marca fueron pasando de unas manos a otras y, a día de hoy, tras varios procesos judiciales, sólo queda eso: la marca.

Y ahora viene la gran pregunta. La que se dejó entrever en la primera parte de este post: ¿Será Apple la Polaroid del siglo XXI? 

Los últimos lanzamientos después de Jobs no han hecho sino ordeñar la vaca de lo ya existente. De acuerdo en que el cash con el que cuenta Apple es estratosférico y puede permitirle volver por sus fueros en cualquier momento. Por no hablar de su inmejorable imagen de marca. 

Ahora bien, como se anden con el bolo colgando... 

En cualquier caso, la respuesta dentro de 1.000 posts

Hasta pronto.

jueves, 10 de octubre de 2013

Polaroid: el Apple de los 70´s (I)

Habrá quien se pregunte por qué escribir un post sobre una compañía como Polaroid, prácticamente desaparecida en la actualidad.

Son varias las razones que me han impulsado a ello. En primer lugar, la mítica empresa americana, icono de la fotografía instantánea, tiene bonitas historias que contar, desgraciadamente sin un final feliz. Tanto es el tirón que la marca y su producto estrella tuvieron durante la segunda mitad del siglo pasado, que en 2008 un grupo de antiguos empleados, capitaneados por dos nostálgicos inversores, retomaron la fabricación de películas instantáneas, bajo el sugerente nombre de The Impossible Project.

Los productos que hoy en día se ofrecen en la web de Polaroid incluyen los que fabrica The Impossible y una serie de dispositivos digitales que han licenciado la marca.


En segundo lugar, el propio título del post. Durante los años dorados de Polaroid, los nuevos productos eran esperados por los consumidores de la misma forma en que lo son hoy en día los de la marca de la manzana. Pero no sólo eso, el hombre que lo hizo posible, el alma de Polaroid: Edwin H. Land tenía muchos puntos en común con Steve Jobs. Considerado como un gran visionario, Land era también un incansable investigador.



Jobs no dudaba en reconocer a Land como uno de sus “héroes”. En una entrevista que mantuvieron ambos hombres en el laboratorio de Land en Cambridge, cara a cara, cada uno a un lado de la mesa, se produjo esta conversación que no tiene desperdicio. Edwin Land estaba hablando de su invención de la fotografía instantánea:

—Yo podía ver cómo sería la cámara Polaroid. Era tan real como si estuviese ahí sobre la mesa, frente a mí, antes incluso de haber construido una sola.

— ¡Sí! —respondió Jobs entusiasmado—. Esa es exactamente la forma en que yo vi el Macintosh.

Ahora, muchos años después, algunos analistas están dándole la vuelta al título del post, convirtiéndolo en: Apple, la Polaroid de nuestros días. Uno de ellos es Christopher Bonanos, autor del libro: “Instant: The Story of Polaroid” aparecido a finales de 2012.

Y en tercer lugar (last but not least) se da la circunstancia de que un servidor trabajó durante 10 años en la filial española de Polaroid. Y ya se sabe que la cabra tira al monte.

Ahora, después de explicar prolijamente las razones, vamos con lo que de verdad importa: La Historia de Polaroid.

Todo empieza en 1927, cuando Edwin, después de haber cursado el primer año de química en la Universidad de Harvard, decide mandarlo todo al carajo y comunica a sus padres que con un año tiene suficiente. Sin darles tiempo a recuperarse del soponcio, abandona la universidad y se traslada a Nueva York para seguir investigando, por su cuenta, en la polarización de la luz. Dos años más tarde, en 1929, registra la patente del primer polarizador sintético. Será, precisamente, la fabricación y comercialización de filtros polarizadores la que dará lugar a la creación de la Polaroid Corporation, en 1937.



Los filtros eran utilizados en gafas de sol y como accesorios para fotografía. El primer pedido importante de polarizadores llega de la Eastman Kodak, pero el despegue de la compañía se produce como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial. La aviación y la marina aliadas requieren grandes cantidades de polarizadores para la fabricación de gafas y multitud de sistemas ópticos, así como simuladores para el entrenamiento de servidores de ametralladoras antiaéreas y de los propios aviones. ¿Y qué demonios es esto último? —os preguntaréis—. Bueno pues una película en 3D que les pasaban a los que manejaban una ametralladora y ellos, en lugar de disparar balas, disparaban ráfagas de luz. La de dólares que se ahorraron en munición.

Lamento chafaros a los que pensabais que el cine en 3D se inventó poco antes del estreno de Avatar, con el único fin de cobrar dos pavos más por la entrada. Nada de eso. De hecho, los cristales de las gafitas que hay que ponerse llevan un tipo de filtros polarizadores


    
Durante el tiempo que duró la Guerra, Polaroid fue como un tiro (nunca mejor dicho). Cuando los tiros se acabaron, dejaron de hacer falta tantos filtros y aunque Edwin intentó buscarles otras aplicaciones, como ventanas, lámparas y adaptadores para evitar el deslumbramiento en los coches, lo cierto es que, por decirlo de una forma suave, sus iniciativas tuvieron un éxito limitado.

Pero fue algo antes de que la Guerra terminase, durante las navidades de 1943, cuando se produjo un hecho transcendental que vendría a cambiar radicalmente la historia de Polaroid


Edwin Land salió a dar un paseo con su hija Jennifer
de tres años de edad.


(Continuará...)

Hasta pronto.

sábado, 5 de octubre de 2013

¿Larga o corta? La importancia relativa del tamaño.

El título se refiere al tamaño de la historia, así es que los malpensados no hace falta que sigáis leyendo.

Seguro que conocéis este microrelato:

Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.

Se titula El dinosaurio y es uno de los más cortos y, sin duda, el más famoso que se ha escrito jamás. Su autor es Augusto Monterroso.


Si pensamos en una novela como el Quijote, las ediciones que incluyen sus dos partes pasan de las mil páginas.

Sin embargo, El dinosaurio y el Quijote tienen algo en común: ambas son obras literarias. Las similitudes terminan ahí.

Hablando de storytelling aplicado a la publicidad, ¿cuál es la importancia del tamaño de la historia? 

Obviamente, la historia debe construirse a partir de una idea. Habrá ideas que necesiten ser desarrolladas más que otras y, por lo tanto, precisen más espacio. 
                                                                                                            Lo que debemos tener claro es que cada idea lleva asociado el tamaño adecuado para la historia que pretende contar. Si nos quedamos cortos, es posible que la historia se haga difícil de comprender. Si nos pasamos, se puede convertir en un ladrillo.

Centrándonos en el formato vídeo, y remontándonos a épocas anteriores a la aparición de YouTube, los creativos de las agencias debían ser capaces de sintetizar su idea ajustándose a los 30 segundos que daba de sí un spot de televisión. A saber la cantidad de buenas ideas que no llegaron a producirse por necesitar más tiempo.

Una idea, convertida en historia, que ha sobrevivido al paso de los años como si tal cosa, es la del Conejito de Duracell. Creado en 1973 en Estados Unidos, se popularizó en todo el mundo hasta convertirse en un icono. A fecha de hoy, continúa siendo la mascota de la compañía.

La idea es sencilla y la historia corta. éste es el spot de 1983:




Habrá quien pueda decir, y no le faltará razón, que esto NO es storytelling. Para el tema que nos ocupa, yo preferiría asignarle un % de storytelling bajo. Digamos del 30%. Porque, aunque pese más la parte descriptiva, algo de historia hay. 

En cualquier caso, después de este primer spot, vinieron otros muchos. Todos ellos tenían su origen en la misma idea, pero ya no se necesitaba una parte descriptiva tan importante: el consumidor ya conocía al conejito. Por lo tanto, el % de storytelling subió. 

Aquí tenéis una secuela que ilustra perfectamente la diferencia, realizada 5 años más tarde:




En este segundo ejemplo podríamos estar hablando de un storytelling del 90%.

Conclusión: Una buena historia, aunque sea corta, puede conseguir mucho. 

El Conejito de Duracell está instalado en el Hall of Fame de los conejos, junto a Bugs Bunny y el de la Loles, entre otros.

Vayamos ahora al caso opuesto: una historia larga. Con la aparición de YouTube, las agencias y productoras han respirado aliviadas: la longitud ha dejado de ser un problema. Se realizan vídeos pensando directamente en YouTube y/o en su proyección en salas de cine, en los bloques publicitarios anteriores a la película. 

El pasado mes de abril, Jaguar presentó a bombo y platillo un cortometraje, producido por Ridley Scott Associates y titulado Desire, para el lanzamiento de su nuevo modelo deportivo: El F-TYPE.




¿Habéis aguantado los más de trece minutos del vídeo hasta el final? ¿Qué os ha parecido? El número de descargas en el canal de Jaguar es bastante cochambroso para el pastizal que debe haber costado la peliculita, con actores de relumbrón y banda sonora ad hoc.

La verdad es que no me extraña. La historia, que pretende ser emocionante, con tiros y todo, me ha hecho bostezar fuera de la hora de la siesta.

Y no sólo la historia en sí. Desde el punto de vista del marketing y la imagen de marca de Jaguar, no entiendo nada. Se supone que el target de Jaguar es la gente con pasta y glamourosa. Claro que, a lo mejor, han decidido cambiarlo y, ahora, su cliente potencial es el macarra que luce chándal,  sin duda adquirido en la boutique de Evo Morales. ¿Quién sabe? Y, encima, resulta que el macarra en cuestión habla en español (subtitulado en inglés). Para mí que se les ha ido la pinza.

Luego está el detalle de la persecución. Vamos a ver, ¿como puede ser que un bugas de 495 CV corra tan poco? ¡Pero si le cuesta trabajo dejar atrás a un bote americano con bastantes años a cuestas!  En fin, no sé lo que opinaréis vosotros pero yo, en cuanto he terminado de ver el vídeo, he salido corriendo a un concesionario de Ferrari.

Conclusión: Una mala historia, cuanto más larga sea, más se notará que es mala. 

Hasta pronto.

martes, 1 de octubre de 2013

Mombasa Club Gin & Films: Ganadores del concurso de cortos.

Tal y como anticipábamos en el post anterior,
el pasado 26 de septiembre se dieron a conocer los ganadores del 

I Concurso de Cortometrajes Mombasa Club Gin&Films:



La entrega de premios tuvo lugar en una de las salas de los cines Palafox de Madrid. A lo largo del día, se visionaron los 25 cortos que habían accedido a la gran final. Los participantes tuvieron la satisfacción de ver proyectados sus trabajos en una gran pantalla, lo que vino a compensar, en parte, el gran esfuerzo realizado por todos y cada uno de ellos.

Pero como ganadores no pueden serlo todos, el gran triunfador del Primer Concurso de Cortometrajes Mombasa Club Gin fue el corto:

"Pídemela, amor"

Se alzó con el premio al mejor corto y también recibió los galardones a mejor director (Luis Sánchez-Polack) y mejor actriz (Mariam Torres).



Una bonita y divertida historia de amor, bien desarrollada y con la duración justa. Un perfecto storytelling para Mombasa.

El premio al mejor actor fue para William Miller por su participación en el corto "Product Placement".
  La idea y la organización de este concurso, patrocinado por Mombasa, ha estado a cargo de Phileas Productions. Para ambos, organizador y sponsor, los resultados obtenidos en esta primera edición has superado con creces los objetivos previstos. Tanto es así, que tienen la intención de repetir y ya están pensando en la segunda edición del concurso. Les deseamos toda la suerte del mundo y que este proyecto tenga la continuidad que se merece.

Hasta pronto.